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Poeta de Llorente

Gustavo Andrés Valdés Acero

Si me matan violentamente o me desaparecen

No hagan marchas pacíficas, no enciendan velas,

no azoten cacerolas.

Lo único que pido es que acaben

con todo.

Si nos quieren mantener en el pasado

por qué no de golpe volver a las cavernas,

al estado de naturaleza.

Quiten a los ricos, a los generales, a los senadores,

y a los empresarios. No olviden los empresarios.

Asen la carne de sus ganados, devórenlos a dentelladas.

Arrebátenles sus riquezas, esas con las que tanto soñaron.

Sus haciendas, sus terrenos, sus paraísos fiscales, su dinero, sus pensiones,

sus caletas. Ahí es donde les duele.

—La gente les importa poco:

Cinco, cien

doscientos

mil, doscientos mil;

Millones de personas jodidas, muchas muertas,

otras con menos suerte, ha dejado la violación de esta balanza

y su risa solo ha cambiado para hacerse más fuerte—.

Solo “quieren dinero”,

como dice la canción. TODO el dinero.

No les dejen nada, reclamen lo suyo.

Quítenles todo, hasta sus hijos. Reclútenlos

en la milicia del amor a la vida en todas sus formas

y manifestaciones. Que aprendan a cuidar una planta,

un animal, un anciano, un niño. Que aborrezcan

de toda injusticia y de inmediato pongan

manos a la obra para remediarla, que aborrezcan

de sus padres, esos seres insaciables que se han bebido

a totumadas la sangre de un país degollado.

Quítenles todo. La riqueza es como una hija que ustedes

concibieron y les arrebataron de inmediato, diciendo que

era de ellos, que por derecho era de ellos. Se la arrebataron,

no les dejaron sostenerla en sus brazos una sola vez, y a ese secuestro,

a ese robo, a esa villanía; lo llamaron trabajo duro, lo llamaron dedicación,

lo llamaron progreso. Pero ustedes saben que esa Riqueza

es su propia carne y sangre, y la quieren a su lado ¡Cómo no!

Quieren a su hija a su lado ¡Reclámenla! Háganse ese regalo el día

de mi muerte programada. Rompan el Coco

y tómense el agua, y nos les dejen ni una gota

Quítenles los páramos, quítenles la ciénaga,

quítenles las selvas y los bosques

y los ríos, quítenles la imagen, quítenles la palabra.

Quítenles todos sus privilegios. Que los Despojadores sientan, por una sola vez,

lo que es ser despojado. Quítenles todo, menos la vida

a ver qué se inventan.

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