Si me matan violentamente o me desaparecen
No hagan marchas pacíficas, no enciendan velas,
no azoten cacerolas.
Lo único que pido es que acaben
con todo.
Si nos quieren mantener en el pasado
por qué no de golpe volver a las cavernas,
al estado de naturaleza.
Quiten a los ricos, a los generales, a los senadores,
y a los empresarios. No olviden los empresarios.
Asen la carne de sus ganados, devórenlos a dentelladas.
Arrebátenles sus riquezas, esas con las que tanto soñaron.
Sus haciendas, sus terrenos, sus paraísos fiscales, su dinero, sus pensiones,
sus caletas. Ahí es donde les duele.
—La gente les importa poco:
Cinco, cien
doscientos
mil, doscientos mil;
Millones de personas jodidas, muchas muertas,
otras con menos suerte, ha dejado la violación de esta balanza
y su risa solo ha cambiado para hacerse más fuerte—.
Solo “quieren dinero”,
como dice la canción. TODO el dinero.
No les dejen nada, reclamen lo suyo.
Quítenles todo, hasta sus hijos. Reclútenlos
en la milicia del amor a la vida en todas sus formas
y manifestaciones. Que aprendan a cuidar una planta,
un animal, un anciano, un niño. Que aborrezcan
de toda injusticia y de inmediato pongan
manos a la obra para remediarla, que aborrezcan
de sus padres, esos seres insaciables que se han bebido
a totumadas la sangre de un país degollado.
Quítenles todo. La riqueza es como una hija que ustedes
concibieron y les arrebataron de inmediato, diciendo que
era de ellos, que por derecho era de ellos. Se la arrebataron,
no les dejaron sostenerla en sus brazos una sola vez, y a ese secuestro,
a ese robo, a esa villanía; lo llamaron trabajo duro, lo llamaron dedicación,
lo llamaron progreso. Pero ustedes saben que esa Riqueza
es su propia carne y sangre, y la quieren a su lado ¡Cómo no!
Quieren a su hija a su lado ¡Reclámenla! Háganse ese regalo el día
de mi muerte programada. Rompan el Coco
y tómense el agua, y nos les dejen ni una gota
Quítenles los páramos, quítenles la ciénaga,
quítenles las selvas y los bosques
y los ríos, quítenles la imagen, quítenles la palabra.
Quítenles todos sus privilegios. Que los Despojadores sientan, por una sola vez,
lo que es ser despojado. Quítenles todo, menos la vida
a ver qué se inventan.
Volver a la página principal